viernes, 14 de octubre de 2011

Estudiantes al poder

Autor: Jorge Araya  (@DrBlood)
Categoría: Protesta

Siete de la mañana. Por entre la oscuridad de una mañana de julio en Santiago, una columna compacta avanza por la pista norte de la Alameda desde la USACH con destino al centro cívico de la capital. Todos quienes conforman la columna van de uniforme escolar, con polerones con capuchas y tras de una gran pancarta que reza “Estudiantes al poder”. Nadie vio bien desde dónde salieron. Nadie lograba distinguir alguna cara. Nadie entendía una marcha sin consignas ni más banderas que la pancarta. Los buses y vehículos particulares esquivaban con dificultad la columna, pues era tal su densidad de escolares que parecía como una sola masa avanzando en silencio por la calle. 

A la altura de metro Los Héroes un gran destacamento de fuerzas especiales tenía todo preparado para detener a los manifestantes que no manifestaban nada. El mayor de carabineros dio el discurso de siempre, que pareció rebotar contra una muralla humana que avanzaba casi como por inercia tras su pancarta. Al ver que sus palabras no surtían ningún efecto, ordenó a la infantería contener a los estudiantes, mientras el “guanaco” y los “zorrillos” calentaban motores. Uno de los sargentos del grupo notó algo muy extraño, que nunca había pasado en sus diez años de experiencia en las manifestaciones, y que le daba casi un poco de miedo: ningún perro callejero acompañaba la marcha.

Cuando los escudos de la policía intentaron detener la marcha, en vez de ser golpeados o empujados no fueron tomados en cuenta, y tampoco pudieron siquiera disminuir la cadencia de pasos de los estudiantes. De pronto uno de los carabineros tropezó y cayó, despareciendo aplastado bajo la pancarta sin que nadie intentara esquivarlo ni pudiera ser rescatado. En ese instante se desató la carnicería: primero con sus bastones, luego con bombas lacrimógenas y finalmente a balazos, carabineros intentó parar la columna, sin lograr ningún resultado. Cada vez que algún carabinero caía y no lograba ser recogido o escapar rápido, moría aplastado por la columna, quedando sólo enormes charcos de sangre y restos en el pavimento. En una acción desesperada el conductor de uno de los “zorrillos” se lanzó a atropellar a los estudiantes, sólo logrando que su vehículo estallara en mil pedazos.

Ocho de la mañana. Por entre los escombros de las escaramuzas que se sucedían en plena Alameda, la compacta columna de estudiantes avanzaba tras de la ya chamuscada pancarta que rezaba “Estudiantes al poder”, sin haber logrado ser detenida por nada ni nadie. Al llegar al frontis de La Moneda doblaron ordenadamente para quedar frente a las puertas del palacio de gobierno. En la USACH todo era algarabía, el batallón de robots teledirigidos había cumplido su objetivo sin mayores dificultades, y ahora por fin Chile tendría un gobierno guiado por la clase estudiantil.

5 comentarios:

  1. Buen cuento, me recordó a otro que escribió blood donde sale una gran cantidad de rubios que matan gente que no eran como ellos... en fin muy bueno esperemos que algún día lleguen a construir robots eso saludos

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  2. Si don tue tue, he visto de pasada su blog,y los cuentos del doctor blood tienden a ser así, un fenómeno inexplicable o aparentemente algo obvio, dado a que nuestra mente tiende a construir y buscar respuestas en base a las cosas que conocemos o estamos acostumbrados a ver, dado este hecho, los desenlaces de estos cuentos (y este en particular), lo dejan a uno "plop!", es decir, el desenlace explica en pocas palabras todos los eventos casi mágicos o, aparentemente corrientes del resto del cuento; es decir, intentas armar un rompe cabezas al que le falta una pieza angular: Puedes hacerte una idea vaga del resultado, pero este siempre te sorprenderá por lo fácil que era de deducir si no tuviésemos ideas preconcebidas y, por el desenlace en si, que es genialmente... original, asombroso :)

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  3. Humildemente tiendo a decir que mis cuentos son como penales bien tirados: convenzo al arquero que va para un lado, y luego remato al contrario...

    Saludos sangrientos

    Blood

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  4. Concuerdo con Tue, faltan más autómatas para tomar el poder.

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  5. Para qué más automaas que los del cuento? si el poder realmente lo tienen entes teledirigidos desde la mansión Rockefeller (Malditos sean)

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