domingo, 20 de noviembre de 2011

Saga de 1985. La máquina de hacer ángeles (Parte IV)

Autor: José Luis Flores
Categoría: Infancia

El motor del generador comienza a rugir más fuerte unas horas antes de que llegue la oscuridad, debe haber luz por la noche, es que la Casa tiene miedo a todo eso que los ojos no saben ver.
Por la tarde también sube el olor a pan al segundo piso. Los hombres comienzan a regresar. Yo acecho silencioso. Quiero identificar bien a mi siguiente regalo.

Se llama García, o así le dicen, no lo tengo muy claro. Lo he estado estudiando durante la semana, como a casi todos mis regalos. ¿Qué se de él? Pues que tiene treinta años. No lee, ni siquiera lo que la Casa ordena leer. Tiene ciertos permisos, después de todo es un recolector, su misión es visitar las casas vacías, sacar lo que sirva y traerlo. Es el único de ellos que me habla, que me mira.
Me da la impresión de que el aire que sale de su nariz siempre está helado. Aunque dibuja sonrisas todo el tiempo no creo que haya reído de verdad nunca. También creo que su cabello tiene que ser desenredado, y su nariz es un poco larga. Se afeita la barba rigurosamente, lo que a mi mamá le parece una contradicción frente al resto de su aspecto.
A penas se puede sus pies, su cara está tiznada, dice que el centro de la ciudad es una gran ceniza, que los edificios siguen en pie de memoria. Hace calor, pero él lleva puesto la parca azul que Papá Bueno le dio.
-Quiero mi regalo.
Mis palabras lo paralizan. Se saca la parca, puedo ver su arma. No logro identificarla, me da vergüenza, mi mamá me lo ha hecho repasar tantas veces, ¿será una CZ-75? La que usaban los milicos, odio no estar seguro.
        -No tengo nada.
       Me sorprende su respuesta, pero me molesta aún más lo que yo debería hacer: gritar, patalear, volverlo loco con mi ira. En vez de eso, ruego. No me escucha, se mete en la cocina, abraza a una de las viejas que le da un pedazo de pan. Yo lo sigo, soy su pesadilla.
¿Cómo es eso que no tiene nada para darme? ¿Es eso posible? ¿Tener nada? No, solamente es una mentira.
-No voy a darte nada- dice.
Podría quedarme con eso, pero prefiero fingir humildad. Recuerdo la cinta que Papá Malo me regaló. Quiero negociar con García, cambio mi posición.
-No quiero nada tuyo -declaro-, tengo muchas cosas, quiero que veamos esto juntos.
Le muestro la cinta de video que me han regalado.
-No puedo - dice-. Pídele a Daniel.
-No entiendo, ¿por qué no puedes?
Se aleja, sube las escaleras, no entiendo su silencio. Lo sigo hasta al baño, escucho como se moja la cabeza.
-¿Qué te cuesta ser mi amigo? -sigo con mi suplica a través de la puerta.
Pasan algunos minutos, yo no ceso en mi guardia. Cuando sale mira hacia el suelo, sé que está nervioso.
-Es la ley- le recuerdo.
Trata de inventar algo, comienza muchas frases que no termina. Tiene miedo, ¿de mí? ¿Es eso posible? Me da risa pensarlo. Le tiembla la mano cuando la pone sobre mi cabeza. Sé bien que ha cedido.
Bajamos. Nos instalamos en la salita de la entrada, ahí está la televisión que más me gusta. Coloca la cinta en el aparato que no ha estado funcionando bien, me da miedo se vaya a cortar, a romper. Quizás es verdad que este regalo no puedo usarla para mi máquina, pero quizás lo que haya en ella me sirva de algo.
Minuto uno, un paisaje desnudo. Árboles verdes, pero flacos, de esos que no dan mucha sombra. Un camino rojizo que se sube arriba de unos cerros. Minuto diez, mismo paisaje desnudo, solamente cambia el viento sobre las pocas hojas. Minuto treinta y tres. Un hombre pasa por el camino. Viste un impermeable azul, o eso me parece, camina encorvado, debe ser un viejo. No nos da la cara, simplemente se pierde en aquel camino de tierra roja, entre los cerros. Minuto cuarenta y ocho, el camino, el viento. Así hasta el final de la cinta. No entiendo, no quiero entender, creo que ni siquiera importa hacerlo.
Me acurruco en García que se ha dormido hace ya un rato. Muevo su brazo derecho y me lo cruzo. Siento su cuerpo tibio. ¡Mi amigo García! Dormimos. Mientras cierro mis ojos alguien me habla. No, estoy equivocado, no es un alguien, es la máquina, ya falta poco.




2 comentarios:

  1. Excelente cada vez mejor, ya llegando al clímax de la historia, evocando un especie de paisaje pos-apocalíptico y en que parece que hay un especie de culto o un nuevo orden social en el mundo de 1985...

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  2. Supongo que pondrás el final aquí... o nos vas a dejar enganchados? ;)

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