Categoría: Azul Eléctrico
La Irreverencia de Los
Prisioneros coronó el Festival del Rock Latino en Viña
Publicado en la primera
semana de marzo de 1987, Fortín Mapocho.
Tras una exitosa gira por
al menos una veintena de ciudades de Chile en gimnasios, estadios,
sedes sociales y las quince mil cartas enviadas a las oficinas
centrales de Televisión Nacional en el barrio Bellavista de
Providencia, el recién asumido director del festival Eduardo Ravani
da el visto bueno a la presencia de Los Prisioneros en la XXVIII
versión del Festival de Viña, pese al explícito rechazo
manifestado por el ministro del interior del gobierno militar.
Era
una noche tensa, la gente esperó con antorchas encendidas hasta las
dos de la madrugada para escuchar al trío
de chicos rockeros de la comuna de San Miguel. Antonio Vodanovic da
una fría y escueta presentación, retirándose al Hotel O'Higgins a
descansar de las seis agitadas noches del festival. Silenciosos,
Jorge González, el polémico vocalista y
bajista junto a sus mejores amigos, Claudio Narea en guitarra
y Miguel Tapia en batería,
además de la presencia de dos músicos invitados en percusión
electrónica y teclados finalizaron la jornada del Festival que tuvo
la presencia de Upa!, Cinema y Soda Stereo.
Tres acordes de la
canción “Brigada de negro” en guitarra bastaron para que la
platea se vaciara en dos tercios de su capacidad y la gente se
agolpara cerro abajo hacia los asientos desocupados, mientras que los más
jóvenes bajaban del Cerro Siete
Hermanas de la hermosa Quinta Vergara, carabineros no
interviene por la excesiva presencia de observadores de derechos
humanos como Amnesty International, la Vicaría de la Solidaridad y
Human Right Watch, mientras que voluntarios de la Cruz Roja atienden
a despavoridas jovencitas exaltadas y desmayadas por los jeans
ajustados y la actitud ruda de Los Prisioneros.
Con la frase “parece
que su excelencia, el que se hace llamar presidente de la república,
no está en su habitual atalaya” y continúa sonriendo “llegó el
tiempo de que la alegría
reine entre los chilenos. Esta canción se llama 'Eve Evelyn'”. El
público alborotado comienza a gritar insistentemente "la gaviota", que
ya fue concedida a José
Luis “Puma” Rodríguez.
A cada cambio de canción Jorge González decía frases
irrespetuosas e irreverentes tales como “prefiero protestar antes
que aceptar esta realidad tan charcha”, “mientras miraban el
cometa Halley este gobierno coerciona impunemente, con puños y
garrotes de hierro en las narices de Amnistía Internacional” y el
que exasperó a los ingenieros de sonido de Televisión Nacional
“¿cuándo tendremos elecciones libres de verdad, con vocales de
mesa, registros electorales y todo?”.
Cada vez que terminaban
una frase fuerte cantaban rápidamente
canciones tiernas y de desamor como “Paramar”, “Mentalidad
televisiva”, “Por favor” y “Estar solo”. Algo le susurra un
tramoya a Claudio Narea, se ofusca, gesto inusual en él, toma el
micrófono, sonríe en forma hipócrita y le dice al público “no
hay satélite ni señal de Televisión Nacional, parece que no les
gustó al guatón Ravani que hablemos, así
que mejor cantemos para los amigos de la Cooperativa y el monstruo”,
de inmediato suenan
sintetizadores y teclados tocando la canción “Muevan las
industrias”, el público juvenil y familias vestidas con las más
taquilleras tenidas de ropa americana cantan a todo pulmón este
nuevo himno a la permanente cesantía que se vive en Chile. Toman una
pausa de dos minutos para escuchar al monstruo decir “gaviota,
gaviota” y “Prisioneros, Prisioneros”, la alcaldesa se ruboriza
con espanto, no acepta ceder a estos jovencitos rebeldes. González
en forma breve dice “este es de nuestro nuevo cassette Pateando
Piedras, y lo pueden pillar piratea'o y esto se llama “Exijo ser un
héroe”, para el Innombrable”. Los gritos se intensifican, el
público baila con vaivén y peinados estrafalarios, los observadores
de derechos humanos están
atentos ante algunas rayos láser rojos que apuntan a los artistas,
logrando identificar la
posición de algunos cenetas desprevenidos. Al final de la redacción
de esta columna aún se desconoce el paradero de dichos efectivos de
Inteligencia.
Cada vez que terminaban
una canción el mostruo exigía
la Gaviota, estatuilla que sólo los ganadores de las competencias
folklóricas e internacionales pueden poseer, la alcaldesa
se cae de espanto, abanicándose para disimular el estupor. Miguel
Tapia marca los tiempos con las baquetas y tocan “Latinoamérica es
un pueblo al sur de Estados Unidos”, modificando la letra en la
parte que dicen “Ronald Reagan” por “Margaret Tatcher”,
seguido de “¿Por qué no se van?”, “Quieren dinero” y
finalizando con “Sexo”. El público enfurecido insiste con la
Gaviota, y después de 50 minutos de tensión, donde Jorge González
sonríe nerviosamente, Narea mira distraído
los equipos musicales y Tapia intenta tomar agua sin éxito alguno
por sus nervios, finalmente reciben la merecida gaviota de manos de
un ayudante de amplificación; el público en éxtasis corea “se lo
merecen, se lo merecen, larala lala, lala, lalá” una y otra vez.
La transmisión de radio Cooperativa es defectuosa, pero lograron
emitir a todos los rincones de Chile dicho hito dentro de la historia
del rock chileno, coronando así el año del rock latino en el
Festival de Viña.
En agradecimiento a la
alcaldesa y al público
tocaron tres temas, “El baile de los que sobran”, “No
necesitamos banderas”, una improvisación sonora con instrumentos
electrónicos, que luego Tapia aclaró a redacción de Fortín
Mapocho que se trataba de “La estamos pasando muy mal” de su
siguiente cassette, terminando con “La voz de los 80”. Un
verdadero hito para el rock nacional de estos irreverentes artistas
de los barrios marginales del Gran Santiago. Ahora están de gira por
Perú, Ecuador y Colombia promocionando su disco “Pateando
Piedras”.
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