Categoría: Mashups
Hubo un tiempo que fue hermoso, que
fui libre de verdad, en que podía hablar con mis palabras, ahora
creo que nunca he podido, desconozco nuevas palabras y las que
conozco no son mías. Tengo que aprender a fingir más, y pilotear
lo que pienso, lo sé, pero que difícil es hacer lo que uno
sabe, prefiero hacer lo que otros hacen.
Es que todo comenzó un
día que no podré olvidar, que en verdad sucedió, por que lo que
sucede es solo lo que deja consecuencias. Y luego de eso ya no fui el
mismo, antes de eso nada había sucedido.
O te preparamos a morir en las
fronteras, o esperas en tu cuarto la tercera guerra, esa guerra
que ya teníamos encima y de la que no pude escapar. Nunca creímos
que en el fin del mundo podía llegar un conflicto mundial, tal vez
alguna caída económica, un duro golpe para la bolsa de comercio,
algo por el estilo. Pero las ciudades quemadas, las cenizas en el
aire y los gritos de dolor solo eran materia de películas y
documentales extranjeros. Acá no pasan esas cosas. Hasta que no
te pase a vos, no vas a entender, siempre así, tan egoísta, o
algo por el estilo me decía Julián cuando llegó huyendo desde
Buenos Aires. Esperaba que la cordillera lo salvara de la guerra,
encontrar una esposa chilena y olvidarse de todo eso que ahora vuela
en al aire. Suena extraño refugiarse en el país de terremotos,
volcanes, inundaciones y maremotos, pero bueno, así era el mundo
antes, no había nada más seguro que un lugar olvidado. Nosotros
mismo atraíamos el conflicto, construimos la idea de que este es
el tiempo de grandes confusiones pero también de grandes
posibilidades, Chile el país sin frontera, donde
todo es posible. Julián creyó que podía ser cierto. Cuando
atacaron Concepción él trabajaba en el
puerto, no sé que más decirte, ya sabes que comenzó allí, fue de
los primeros en morir ahogado por las olas que nos habían enviado.
Santiago fue aislado, la cabeza a la
deriva no tenía como defenderse. Desde la caída de Valparaiso se
esperaba el ataque, la gente se movía con más paz que nunca,
sonreía, gastaba su dinero en diversión, cada día podía ser el
último. La fecha elegida fue el once de Septiembre, querían ocupar
la carga de destrucción y caos que el día siempre tuvo en la
ciudad, el karma de la última metrópoli del fin del mundo. A las
once treinta y un minutos comenzó el primer terremoto, acabando con
las construcciones más antiguas. Luego ese tornado imposible,
dejando su cicatriz a lo largo de lo que fue La Alameda. Cataclismos
menores se ocuparon de la periferia. El Mapocho desbordado fue el
golpe de gracias. La ciudad se hundía en sus propias debilidades,
ese era el secreto.
Dudo que ayude en algo recordar, pero
querida, entiéndeme, lo necesito. Tengo que contarte algo, veo
cosas que no están acá, veo los rostros de Julián, de Mara, de
los niños que cruzaban la calle al colegio. A veces no veo rostros,
escucho las risas o su comentarios, más cerca, mucho más cerca que
tu voz. A veces no escucho ni veo nada. Estamos los dos en la
oscuridad, querida. No sé por qué
ahora te digo querida, si era Julián quien te quería. Yo al menos
te necesito, y eso es lo que te tiene que importar.
Algunas noches celebro la muerte de
Julián, de Concepción, de este mundo que no iba a ninguna parte. A
veces te imagino toda regalando el olor de tu piel, tus besos, tu
sonrisa eterna, lo que vino luego del reencuentro en el
aeropuerto. La otra semana tú ibas a viajar también, ¿te
acuerdas?, por eso llegué al tiro a tu casa cuando supe que
estábamos dentro de la guerra. Y luego vinieron los ataques a
Santiago, a Iquique, Coquimbo, Valdivia, Punta Arenas, y la lista de
ciudades que ya nadie quiere volver a
nombrar. Por su potencial económico, por ser un centro religioso,
por ser la capital, porque podría sobrevivir alguien y ganarnos la
guerra, tantas cosas se escucharon para justificar terremotos, aludes
y hasta ese tornado que acá decían que era imposible. Pero fin de
cuentas no sobrevivió nadie, ni ellos mismos. Unos pocos que a veces
nos encontramos entre los escombros e inclinamos el rostro, como
diciendo yo solo soy un pedazo de tierra, no me confunda señor
por favor, como diciendo ojalá no nos
volvamos a ver. Sé que a veces te gustaría que otro te hablara
querida, pero también sabes que el miedo, los contagios, que un
grupo de más de cinco se puede ver a la distancia y capaz que vuelva
a temblar. Y ni tú ni yo queremos que vuelva a temblar.
***
Santiago es una montón de ceniza y
llanto. El río lleva su tono café infectado del rojo sangre, lleva
gritos y recién nacidos. La cordillera se levanta ante un cadáver,
en el cerro San Cristóbal cae un cono
negro, liso, con único brillo metálico de la guerra, que se
entierra donde alguna vez estuvo la virgen. La muerte comienza a ser
inoculada en el territorio, poco a poco la radiación se extiende por
los tuneles que alguna vez conectaron la ciudad, es un cancer
repartido por los últimos latidos de Santiago.
***
No lo sé, querida, no sé la respuesta
a tu silencio. Abrázame un minuto aunque sea, levanta tus brazos,
abre tus ojos. No toques mi espalda, por favor, que aún duele y
quema. Hablaré de Julián, está bien, de sus huesos perdidos en el
mar, de tantas cosas perdidas en el mar. ¿Recuerdas las protestas de
Magallanes? Dicen que ellos sobrevivieron al terremoto, a las
tormentas de nieve. Debe ser la última ciudad del mundo, tan lejos.
No querida, no te podría llevar sobre mis hombros, no me mires con
tus pupilas vacías. Cuando todos hablaban del gas, y no por
explosiones ni asfixias, nada de cañerías rotas. Sí, el gas se
usaba para cocinar, para calentar el agua, tranquila, te haré un té,
me queda leña para el agua caliente. No te quejes, tengo que hervir
el agua, no te dejaría tomar del Mapocho aunque no estuviera
contaminado. Tenemos este goteo, no voy a salir a buscar agua a los
edificios en pie, sabes que están esos ruidos que salen de las
tiendas, atraviesan a la gente y le mueven los pies, y tú ya
sabes lo que pasa cuando nos mueven los pies. Aprendimos la lección,
corre, ocúltate en el marco de una puerta, si es que encuentras una
puerta y ruega a cuatro o más dioses por sobrevivir.
No tiene sentido decir gracias a la
vida, que me ha dado tanto, que me ha dado risa y me ha dado llanto,
ya no tiene sentido porque tú no sonríes y yo no tengo llanto,
me he secado, mejor déjame hablar y tú escucha hasta que vuelvan
tiempos mejores, como vuelve la vida para que le demos las gracias.
Voy a encender la televisión. Es un milagro que haya encontrado esa
máquina que me permite mover las piernas y hacer luz. Encendamos la
televisión y escuchemos el ruido espacial, para no sentirnos tan
solos, como en los viejos tiempos, cuando tenía mis propias
palabras, cuando no me habitaba el recuerdo de las voces de otros,
cuando tú respirabas y yo no me atrevía a decir que te necesitaba
aunque sabía que te ibas a ir con Julián. Viste, lo nombré y ya
pareces como viva. Sé que no me quieres, que estás conmigo solo
porque te mantengo viva. Ya no tengo dinero, sólo soy yo que ya no
soy yo, pero sigo siendo el mismo. Y tú no me amas, no me hablas, no
me abrazas, no respiras. Estamos todos perdidos.
***
Llegamos a la ciudad, los escombros.
Sobrevolamos lo que fue Santiago, misión de rescate y
reconocimiento. Desde el helicóptero alumbramos las calles, buscamos
alguna mancha rojiza en el radar. Azul,
verde, frio, oscuridad. Encontramos un poco de calor, mandamos un
navegador y este nos muestra un hombre
llorando y abrazando a su mujer. Acercamos el visor, entonces nos ve
y escuchamos su grito. Estamos todos perdidos. Y esas cosas salen de
su espalda y ya nos hemos resignado. Disparamos.
Excelente! buenas referencias a canciones, siempre quise ver algún producto apocalíptico que usara ese verso tan pegajoso de calibraciones.
ResponderEliminarDe hecho toda la canción da para un documental de la Guerra fría, en fin.
Gran Trabajo Samir, me gustó comos muestras la perdida de identidad y de fuerza vital ante catástrofes tan traumaticas. En diciembre de este año dejará de ser ficción...
Saludos desde el Fin del mundo, occidental de segunda mano (lo digo en buena XD)
Excelente relato, no me había percatado de las referencias musicales si no fuera por Alexis y la letra de una de las canciones de violeta parra. Por lo que, un poco a Psyque en su forma de usar las canciones para la narración.... en fin espero que estes bien saludos
ResponderEliminaresperen, tengo uno mejor:
ResponderEliminarSaludos desde el fin del mundo a la Ciudad de la Furia, Samir de Buenos Aires.
Gracias, totales.
ResponderEliminarBonito trabajo, no solo por las citas musicales sino también por esas referencias no se si apropósito o por casualidad a las crónicas de la segunda guerra mundial, me recordó a varias sobre Stalingrado.
ResponderEliminarY finalmente esa sensación extranjera, en fin un rico embutido.
Saludos!