viernes, 8 de julio de 2011

La saga de Lepras. Tomo II

Autora: Carolina Yancovic
Categoría: Traducción
La obra está protegida por derechos de autor, los fragmentos han sido autorizados por la misma autora. Si desea un ejemplar impreso, puede conseguirlo en el siguiente link.


Segundo tomo de la traducción de Lepras al diario de vida de Alfonso Méndez:

Les atribuí poco desarrollo en sus facultades intelectuales. Desde entonces he podido cerciorarme de que no solo son susceptibles de llegar al más alto grado de perfección, sino que se hallan dotados de elevados y nobles sentimientos humanitarios, que tienen raciocinio sensato, que son magnánimos hasta el punto de saber perdonar a sus enemigos, que – más aún- llevan el desdén de la venganza, hasta compensar el mal con el bien, hasta convertirse en protectores de la raza que los persigue, conduciendo a náufragos varados en las playas hacia los puntos donde puedan encontrar auxilio.


Son padres afectuosos, tienen un acentuado cariño hacia sus hijos como los hijos hacia sus padres; llevan largo luto por los difuntos, pintándose al efecto el rostro de negro..... Se lavan a menudo el cuerpo y el rostro usando como toalla un musgo amarillo, seco y suave, que pende en largas hileras sobre las ramas del haya fueguina.


¡Son Ladrones! Exclaman los estancieros radicados en la parte chilena de la isla: nos roban las ovejas y destruyen nuestros cercados. Es bien cierto, pero pongámonos por un momento en el caso del indio. Desde siglos remotos el ona da caza a los escasos y ariscos guanacos de la isla, sin caballos, porque no los hay; sin perros adiestrados, porque la raza canina de la región, parecida al zorro, al canis dingo de Australia, sólo les sirve de almohada, de calorífero ambulante. El ona, armado de arco y flechas, espera a veces días enteros, oculto tras una mata, el paso de la res ansiada, que es propiedad común, que pertenece a toda la tribu; y “ay” si la flecha no mata, si se rompe, porque envuelve el trabajo de todo un día para fabricar otra. Mientras tanto las mujeres y los chicos se mantienen del tucu-tuco, pequeño roedor que pulula en Tierra del Fuego, su último recurso. De repente un suceso inesperado viene a perturbar su vida de cazadores nómadas; un enigma curioso extraño se presenta a su vida estupefacta.
 
Hombres de raza desconocida aparecen en el litoral, desembarcan y ponen en sus terrenos, de una vez tres, cuatro, cinco mil ovejas, guanacos, blancos, mansos, gordos. Es un espectáculo nuevo, inesperado. De una parte dos mil indios sin comida, pero hambrientos; de la otra cinco mil ovejas y sólo tres o cuatro  hombres. ¿Qué significa este singular fenómeno?, Se preguntan los indios. En vano torturan sus facultades mentales para explicarse tan singular aparición; en vano consultan a los más ancianos, a las brujas; semejantes cosas no rezan sus tradiciones. Serán mensajeros de alguna entidad misteriosa algunos sobrehumanos que vienen por fin a compensar al indio por las penurias que nunca le faltan ¿pero, cómo tres o cuatro extraños han de comer ellos solos cinco mil guanacos blancos? ¡Esto es imposible! Exclaman los indios y con un grito de júbilo se lanzan sobre las ovejas y se apoderan de algunas; un opíparo banquete ha de suceso tan dichoso.


Pero una tremenda detonación interrumpe el festín, aterradores silbidos llenan laatmósfera. Aquí y allí cae mortalmente herido un hijo, un hermano. Piedad, misericordia, gritan los indios aterrados. ¡No pensábamos ofenderlos! Pero gritan en vano, aquellos hombres ni los oyen ni los entienden. Exasperados acuden a sus arcos y contestan a una lluvia de flechas al inesperado ataque. Pero el enemigo está lejos; en vano agotan sus flechas; en vano se adelantan buscando cuerpo a cuerpo al adversario, ¡es imposible! Los proyectiles de plomo son inagotables, matan de lejos.
 
Diezmados, agotadas sus fuerzas y sus flechas, huyen, se esconden;
necesitan algún tiempo para darse cuenta del singular suceso del que sólo conciben la enorme, la tremenda injusticia de que han sido víctimas en sus propios terrenos de caza; comprende que la aparición del guanaco blanco en sus dominios en señal de lucha cruel, eterna, de una lucha de exterminio.


20 de Enero de 1896.


3 comentarios:

  1. buen extracto reflejando los sucesos desde otro punto de vista de lo ocurrió en eso años que fueron los últimos de los Onas, es una pena que nunca llegaron a comprender el valor de las ovejas que significaba para los nativos de tierra del fuego,,,,

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  2. Me emocioné. En verdad, siempre el tema la masacre a los pueblos originarios me ha emocionado. Era un problema en clases, donde los comentarios ácidos contra los españoles, y el exceso de atención a la Cultura de los pueblos Americanos, me restaban y exageraban la atención.

    Curiosamente, la extinción de estos pueblos puede dar paso algo más poderoso que la historia: El Mito.

    Ya, pasando a otro tema ¿Qué sucedió con ese centrado? ¿Es así la idea? Por último, me parece que hay unos cuantos puntos aparte (separar temas o voces) que me faltan. Y no sé si es parte del estilo de crónica, pero a mi gusto, me faltó "sentir" el desconcierto y la desesperación. Es algo sutil, muy sutil, que me cuesta explicar. Ojalá me entiendas.

    Insisto, me emocionó :)

    Saludos.

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  3. me gusta, pero me cuesta saber a donde va y eso me molesta...

    y sigue apareciendo esa etiqueta de "vampiros", entonces mas me confundo

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