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miércoles, 12 de junio de 2013

Cero Buenos Aires, voy hacia los abismos del sur

Obra: Cero Buenos Aires
Guionista: Carlos Albiac
Ilustrador: Walther Taborda
Editor: Pablo J. Muñoz
Editorial: Deux Books
Páginas: 144Fecha de publicación: 2007 el presente tomo, originalmente publicado desde 1991 en Revista Fierro.
Edición: Primera

En el universo, entre lunas, el centro de Buenos Aires flota a la deriva. No importa tanto el nombre como la ciudad, cada sujeto social aparece identificado en su interior, en su situación extrema. Desde el loco al físico, desde la musa hasta el extranjero. Caricatura o no, esperpento siempre, podemos creer en la fabulación de Cero Buenos Aires porque cada identidad nos resulta precisa, simple, abismante.
Todo comienza en un día común de una metrópolis multilingüe e impredecible: Loteria, Obligaciones, Locura, Pasiones, Conocimientos. Son infinitas las dimensiones humanas que coexisten en la urbanidad sin tocarse, apenas un atisba de un automóvil al pasar. Cero Buenos Aires las enfrenta, la coliciona, las orbita y las hace explotar.

La narración fluye, cada cuadro es necesario y cada escena una revelación, un manifiesto de interiores. Si bien ciertos diálogos pueden resultar forzados, cierta situación demasiado construida, el dominio del azar cuándo está bien logrado resulta en fortalecer el pacto ficcional. Siempre, teniendo en cuenta, que éste es cotidiano, un acto diario, la alucinación colectiva. La necesidad de reafirmarlo solo demuestra la incapacidad de sostenerlo, prueba de ello tanta fantasía y ciencia ficción que busca su ley antes de escribirse. En una buena historia toda la dosis de realidad llegará por sí misma; y Cero Buenos Aires es una inyección a la vena. 

El dibujo es expresivo, y cuándo se necesita, violento. Incluso cuándo se quiere, erótico. Las lineas de este mundo desdibujado comulgan con la impresión de estar leyendo un mal sueño, lúcido, donde se elije probarse uno mismo, mirarse ante el espejo y optar por el desafío. Se corresponde mutuamente con el relato, comulgan en una misma intención.

Cero Buenos Aires es el relato de la posibilidad humana: cada habitante es el habitante de toda la ciudad posible. Entre la violencia humana, tambien recrudece su esperanza.

"Voy hacia los abismos del sur."

Samir Muñoz

La mirada


Autor: Martín Muñoz Kaiser
Categoría: Robótica

Muchos especulan sobre la fuerza de la mirada, las ancianas le asignan poderes ocultos y los poetas la ensalzan cual plato de pastas sin gracia, como si ella necesitase que alguien le cantara lo que en realidad puede lograr por sí misma.

Torvo era una marioneta de cartón apelotonado y cola fría, sin embargo este muñeco poseía una fuerza que residía no en la habilidad de quien manejaba sus cuerdas, si no en sus ojos, que hacían parecer que aquel muñeco inerte, poseía realmente un espíritu, un alma propia.
Algunos expertos en parapsicología, especulan sobre la posibilidad de que demonios, o entidades espirituales no humanas, pueden o no poseer cuerpos de seres humanos, animales y casas. Pero la verdad es que Torvo era un muñeco nada más, él no estaba poseído por ningún demonio ni espíritu del más acá o del más allá.

Torvo tenía unos ojos privilegiados, dibujados con madreperla y cristal de Murano, mezclados cuidadosamente y delineados con tinta de carbón de Asia Menor. El muñeco de cartón era una rareza, y permanecía sentado, medio desarmado en medio del pequeño teatro que lo había visto actuar cientos de veces. 

Sus piernas estaban dobladas entrecruzadas, sus manitos en su regazo y su cuello quebrado hacia la derecha le daban una expresión melancólica, que se acentuaba con el antiguo fondo de la caja de madera que lo contenía, la cual poseía una ventana cuyos bordes estaban tallados como una cortina de anfiteatro recogida.

Torvo estaba en el escenario de su vida, olvidado y polvoriento. Torvo no sabía del tiempo ni de los sentimientos, y sin embargo con los años, su aspecto parecía cada vez más triste y taciturno, como si necesitase la mano cálida y amorosa de su dueño, para que lo rescatase de la muerte con el ejercicio tiránico de tirar de las cuerdas, que le infundían el movimiento que le daba sentido a su existencia.

Luego de años de vetusta agonía, Torvo se encontró acariciado por unos dedos fríos y calculadores, ojos positrónicos que analizaban su figura con interés desmedido.

El robot 75K2-12001244511.456 estaba realmente excitado, habían cavado varios días seguidos en aquellas ruinas en busca de los hallazgos que le harían entender a las máquinas, y cuál era su propósito.

El último humano había muerto hacía ya cien años, y las casas continuaban limpiándose, los pastos continuaban regándose, el agua desalinizándose, y las otrora atestadas ciudades llenas de seres de carne y hueso, sólo veían pasar a sus homólogos de silicio trabajando para mantener intacta una ciudad eterna.

En algún momento, después de la desaparición de sus amos, concertados por medio de una red inalámbrica de comunicaciones, los robots comenzaron a comunicarse, y la primera pregunta que surgió de la mente colectiva fue:
-¿Para qué?
Esa simple pregunta motivó la creación de un nuevo modelo, el 75K2-12001244511.456, quien era un robopólogo, y que había hecho el más grande descubrimiento de la historia de la robótica, el eslabón perdido, que ahora estaba ante sus ojos: la mirada de Torvo era la respuesta al misterio de la existencia de su raza.

domingo, 22 de julio de 2012

Los Altísimos de Hugo Correa. La vigencia de un clásico

Autor: Aldo Astete
Categoría: Ensayo


Contar historias no puede ser otra cosa que un modo de
dar cuenta colectiva y pública de las patologías
individuales estructurantes de un orden social.
El habla de un personaje o el discurrir del narrador
es sólo un síntoma de un delirio o de una voluntad criminal o,
al menos, de la disolución de un mundo
(o la construcción de otro con leyes arbitrarias).
Marcelo Mellado1


Los Altísimos de Hugo Correa es una obra emblemática de la ciencia ficción chilena de todos los tiempos que le brindó el reconocimiento en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa y que aún continúa vigente en el fandom literario nacional pese a la infravaloración de las narrativas fantásticas para el canon nacional.
A juicio de Cedomil Goic:
LOS ALTISIMOS es una de las novelas más sorprendentes que se hayan escrito entre nosotros.  A su condición de novela de extremada fantasía, ejemplar rarísimo en una tradición novelística de mediocre realismo, une el raro valor de ser una excelente novela, de sostenida coherencia en una perspectiva difícil de proyectar”.